miércoles, 26 de junio de 2013

Al pan, pan y al vino, vino


Llegan a mi memoria recuerdos de mi niñez. Una niñez en la que el tomate sabía a tomate, el chocolate a cacao y el pan, como no, a pan.  ¿Quién no echaría de menos eso?
Ahora los tiempos han cambiado: el pan es precocinado, el chocolate lleva químicos y el tomate sabe a… ¿A qué saben los tomates del supermercado?
Los niños de hoy en día, si este blog no logra evitarlo, no sabrán lo que es comer pan de verdad, de ese que lleva masa madre y por el que el panadero se levanta antes de que salga el sol. Tampoco sabrán lo que es pasar una tarde con su abuelo al sol mientras corta el mismo el pan redondo para hacer unas migas manchegas o una mañana haciendo rosquillas con la abuela sin dejar que la masa llegue a freírse en la sartén. Umm… ¡Qué rica estaba la masa cruda!
En esos dulces, que reunían a la familia alrededor del horno o la sartén, no había ni colorantes ni conservantes. Lo que sí había era una sabor intenso a  huevos de corral, a naranja de las que uno coge directamente de los árboles, anís cogido el campo, etc. Nada de sabores embotados.
Ese es el objetivo de este humilde blog que, sin olvidar las últimas tendencias, pretende recuperar el sabor de los dulces y panes tradicionales, los que saben a tarde de domingo, a momentos felices, a comidas familiares… ¡No los que saben a prisas y tienen entre sus ingredientes componentes numerados!

Esperamos que disfrutéis con nuestras recetas.

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